jueves, 12 de noviembre de 2009
Amor en Custodia, refrito a la colombiana
Los canales colombianos de TV le quieren apostar a lo seguro, sobre todo RCN que suspirará con alivio el 31 de diciembre, dejando atrás un año de vacas flacas, que hubiera sido un desastre completo de no ser por El último matrimonio feliz, que en el primer semestre le sostuvo la sintonía, y El capo que, en el segundo, se la elevó. Por eso, prefieren lo malo conocido y le apuestan a un refrito argentino que transitó con éxito por México, Amor en custodia.
En la versión colombiana, la rica no es la dueña de una empresa de lácteos (Argentina) ni tampoco empresaria cervecera (México) sino de la moda, con apellido italiano, para que luzca más chic. Paz Delucci (Alejandra Borrero) es una especie de Silvia Tcherassi, que sufre un intento de secuestro en su hacienda. Su ángel salvador es Juan Manuel Aguirre (Ernesto Calzadilla), un campesino empobrecido sin derecho a Agro Igreso Seguro y con pinta de Jean-Claude Van Damme criollo que se entrena en las montañas en artes marciales. Caído del cielo llega en el momento justo y pone en fuga a los plagiarios, casi sin despeinarse.
Por supuesto, Juan Manuel es tan honesto y servicial que dan ganas de elegirlo congresista y Paz tiene un esposo tan, pero tan malo, Alejandro Sanín (Marcelo Dos Santos), que no le va a quedar más remedio que enamorarse de Juan Manuel, cuyo éxito con los secuestradores, lo convierte en su guardaespaldas. Infortunadamente es casado, pero como su esposa se muere en el momento oportuno, el camino para el amor queda despejado.
Tiene que haber una hija insufrible, la de Paz por supuesto, que como su nombre lo indica es una Bárbara (Ana Wills) que tiene su propio guardaespaldas, Nicolás Pacheco (Iván López) destinado a sufrir los desplantes de niña mimada, pero como el amor no sólo es ciego sino sordomudo, todo lo puede por unos cuantos capìtulos, porque tanto va el cántaro a la fuente… A la par, está Tatiana (Stefana Godoy), la hija de Juan Manuel, buena ni más faltaba, que no sólo se va a disputar el amor de Nicolás; además, al final va a resultar ser hija de Paz, regalada por el abuelo Santiago (Humberto Dorado) cuando apenas mojaba el primer pañal para evitar un escándalo.
Mejor dicho, una versión latina, con alargues, vericuetos, arribismo, desplantes, lloriqueos, amor a segunda vista, hijas perdidas y falsas, de The Bodyguard, la entretenida película de Mick Jackson, que Whitney Houston (en el esplendor de su carrera musical) y Kevin Costner protagonizaron en 1992. De drama a culebrón retorcido, que Alejandra Borrero se arriesgó a protagonizar, alejándose de los personajes de carácter (como en Mujeres asesinas), para volverse la boba que exaspera, junto a otro bobo, quienes, como todos los bobos, al final terminan embobados el uno por el otro y la audiencia, igualmente embobada, aplaude su bobería.
Por ahora, Alejandra Borrero, que aceptó el rol, para sostener su proyecto teatral Casa Ensamble, no se apropia del papel y recuerda el de Antonia (El último matrimonio feliz), su último gran éxito. En los pasillos de RCN se escucha la poca fe que se le tiene a esta novela que llevaba un tiempo guardada y se le lanza para atenuar la pálida segunda temporada de Pandillas guerra y paz, cuyo rating (28 en el estreno) amenaza con mandarla al infierno de la medianoche. Los demás actores (y actrices para que Ángela Benedetti no se enoje) pasan el examen, pero salvo milagros televisivos, que los hay los hay, la historia es tan gastada que es probable que luego del tiempo decoroso en el prime time, vaya a pernoctar en las tardes de Nuestra Tele.
Pero al menos es un descanso entre las noticias de las siete, con su carga de guerra chavista, corrupción agraria y encrucijadas que alimentan gabelas parlamentarias, y El capo, que de tanto dar vueltas la historia, con alargue incluido, va camino a convertirse en el éxito capado de la noche.
Fuente: Equinoxio
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